Todos tenemos líneas rojas, en el sentido de puntos o acciones que una persona considera inaceptables o intolerables. Estas líneas actúan, en cierto modo, como guía de vida.
Estas líneas representan tus límites personales o los principios fundamentales que para ti mismo y para ciertas situaciones. Te definen como persona porque son tu sistema de valores. Son el prisma con el que interpretas y evalúas lo que sucede a tu alrededor. Cuando algo o alguien cruza estas líneas, se considera que se ha llegado a un punto en el que se ha superado tu umbral de tolerancia.
Las líneas rojas varían de una persona a otra. No hay líneas buenas o malas, ya que cada uno de nosotros tenemos diferentes valores y creencias que se van fraguando desde la infancia y estructurándose en función de las experiencias vitales. Por ello existen personas que pueden estar dispuestas a permitir ciertos comportamientos o acciones y otros las consideran inaceptables. Lo importante que las tengas, las interiorices y seas consecuente con ellas. Cuando no somos consecuentes con nuestras líneas rojas perdemos nuestra autoestima y por tanto una parte esencial de nosotros mismos. Nos podemos sentir perdidos y desorientados si las sobrepasamos o permitimos que las sobrepasen con nosotros.
Establecer límites personales es importante para mantener la integridad personal, el bienestar emocional y físico, y mantener relaciones saludables.
Por ello es fundamental que el adolescente, con todavía mucha falta de vivencias, en un mundo tan sobre saturado de información y en el que “casi todo vale”, vaya incorporando estas líneas rojas o sus criterios para que se sienta protegido y seguro de que sus necesidades y límites van a ser respetados.
Igual que adquirirlas , también es importante animar al adolescente a comunicar sus líneas rojas de manera clara, asertiva, directa y respetuosa, estableciendo él mismo cuales serían las consecuencias claras si se cruzan esos límites. Al hacerlo, le estamos ayudando a generar su integridad y a mantener relaciones equilibradas y saludables.
En consulta me gusta sentarme con el adolescente y ayudarle a que defina y me comunique sus líneas rojas. De esta forma le estoy ayudando interiorizarlas para que pueda acceder a unas relaciones sanas y a asegurar que sus necesidades, su integridad y sus valores sean respetados.